Ya que por algo hay que empezar,y para ir aprendiendo a usar esto, os contaré lo que me ha pasado hoy.
Salía del metro dispuesta a ir con mi hermana a hacer la compra del día cuando, al pasar cerca del cine e mi barrio, habitualmente vacío entre semana, he visto un despliegue de técnicos montando los trípodes de las cámaras, y a periodistas esperando pacientemente tras las vallas situadas frente al llamado "Photocall".
Nuestro humilde y tradicional cine, que aún no ha sucumbido al modelo multisala, estaba cubierto de carteles que anunciaban la inminente llegada de, nada más y nada menos que ¡Mel Gibson!
Reconozco que he sentido un impulso de quedarme apostada en uno de los huecos de la valla, pero el tiempo de espera y el frío han podido más que la idea de ver de pasada al que en otro tiempo fuera uno de los hombres más guapos del planeta.
Y es que Mel Gibson no está envejeciendo todo lo bien que podría. Su talento como director ha crecido al tiempo que lo hacían sus deslices, aireados en la prensa rosa, perjudicando una imagen que, hasta hace sólo unos años, era casi impecable.
No obstante, y a parte de su trabajo como actor, en el que figuran algunas de las películas más emblemáticas de más de una generación, quería aprovechar para recomendaros su notable trabajo como director, que brilla especialmente en esa maravilla visual llamada "APOCALYPTO", en el que la belleza de la narración pone de manifiesto que un dialecto desconocido, más que una dificultad, puede contribuir a enriquecer uan película.
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